sábado, 11 de agosto de 2007

La Mesa Redonda "Amenazas"

La Mesa Redonda 07.08.2007
Felipe Castro Zamarripa
Amenazas
Cuando el ex presidente de México José López Portillo mandó -hace más de 25 años- retirar la publicidad gubernamental a la revista Proceso, muy molesto por el contenido editorial, sentenció: no pago porque me peguen.
Por supuesto, aludía al dinero público que se dedicaba a los medios de comunicación para costear la difusión de propaganda, insertos, boletines y demás que salían de las oficinas del gobierno federal.
El presidente dejó en claro, entonces, porqué y para qué el gobierno invertía dinero en la prensa, la radio y la televisión: para que los periodistas (y elemental, los empresarios de la comunicación) no lo molestaran.
El presidente pagaba el silencio de los medios, el hacerse de la vista gorda, la distracción de lo fundamental… no aceptaba crítica. Y el dinero de Hacienda lo garantizaba. No tuvo empacho en decirlo.
Cuando eso sucedía en la ciudad de México, aquí en Lagos de Moreno Javier Lara Ramos era muy joven. Seguramente aún se cuestionaba qué iba a ser de su vida profesional.
En la incipiente prensa de la ciudad se gestaban varios esfuerzos para consolidar la presencia mediática. Con algunos compañeros, el joven Javier Lara Ramos se involucró en el periodismo. Pero al mismo tiempo, inició como locutor y programador de música en la única estación de radio local, donde a la postre tuvo mucho éxito. Durante años fue prácticamente la única voz de radio en la ciudad.
Ahí conoció de igual forma el oficio del espectáculo de la música y el baile popular. Se hizo empresario. También con mucho éxito. Pero al empresario Javier Lara Ramos no le gusta mucho la competencia y de ello dio muestras tempranamente: comenzó a monopolizar el sector. Ya lo hacía en la radio.
Durante más de 10 años (en la misma estación) mantuvo un programa de noticias; una hora de espacio al aire, cuyo costo él mismo sufragaba como productor. Además de los diversos comercios de la ciudad, invariablemente ahí se anunciaba el gobierno municipal.
Aunque pocas veces reporteó; se ceñía a la lectura y el comentario de las noticias que otros reporteros le entregaban, Javier Lara Ramos estuvo inmerso en el mundo de los medios de comunicación; aunque unas ocasiones se presentó como locutor, muchas veces lo hizo como periodista.
De hecho, encabezó durante un tiempo una de las asociaciones de periodistas de la ciudad. Como presidente del gremio indudablemente conoció de los obstáculos que se presentan a los reporteros, entre ellos uno muy grave: las amenazas de quienes detentan el poder político y económico.
Javier Lara Ramos sabe que muchos políticos y empresarios no toleran la crítica; de hecho, la combaten desde sus espacios de poder. Primero usan el encanto del dinero, los favores y la presunta amistad y confianza.
“Te pido esto, porque te tengo CONFIANZA”, “yo sabré agradecer su CONFIANZA”, esto lo hago porque sé que hay CONFIANZA y que no va a salir de aquí” podemos leer en la página electrónica del Centro Universitario de los Lagos, donde toman textos del periodista Germán Dehesa contenidos en “¿Cómo nos arreglamos? Prontuario de la corrupción en México” (Una delicia de lectura, por cierto).
Después utilizan la violencia, las amenazas…
Posteriormente el locutor y periodista Javier Lara Ramos incursionó en la política local: logró ser candidato del Partido Alianza Social (el ex gallito) a la presidencia municipal de Lagos de Moreno. No ganó la alcaldía pero fue regidor del ayuntamiento en la administración que presidió el panista Saúl González Fuentes.
Durante su gestión pública y sin empacho, a pesar de las declaraciones públicas del presidente municipal de entonces, Javier Lara Ramos siguió su carrera de empresario de espectáculos y continuó incursionando en la feria de la ciudad. No tuvo problema con ser juez y parte.
En esta administración, habiendo terminado su trabajo como regidor del ayuntamiento, el presidente municipal Francisco Torres Mamolejo lo nombró presidente de las Fiestas de Agosto. En ese trajín está actualmente.
Trabaja como presidente de la feria y como empresario de espectáculos ahí mismo.
Y ahora no tolera la crítica hacia su trabajo. Como aquél presidente de la república que no soportaba que lo criticaran, Javier Lara Ramos tampoco paga para que le peguen. Prefiere retirar la publicidad al medio de comunicación que señale algún error en la feria. Y al periodista que arriesgue firmar la nota, pues de plano, mejor lo amenaza con partirle la…
Los obstáculos para conseguir la información son eso, trabas que hay que sortear en el trabajo cotidiano y no tiene nada de extraordinario. Reportero que no esté dispuesto a ello pues no tiene nada que hacer en la profesión.
Sin embargo, las amenazas que de vez en cuando recibe un periodista por su labor de crítica no deben ser toleradas por nadie. Y vengan de donde vengan tienen que denunciarse y hacerse del conocimiento público.
En el caso de las intimidaciones de Javier Lara Ramos hacía mi compañero reportero, Raymundo Díaz Águila, no hay novedad. Al menos no la hay de parte del agresor: en vez de contestar con argumentos que desdigan la crítica responden con amenazas.
Por ello, si no considerara seria la amenaza, jocosamente podría decir: ¡Aburren! Desgraciadamente en el amago a un periodista no hay asomo de broma. No cuando viene desde quienes detentan el poder político y económico.
Por cierto, en la lectura de la obra de Germán Dehesa encontré una definición muy interesante que a continuación les comparto:
TAPADERA:
Llamase también “frente”, “fachada”, “lavadero” y, en su segunda acepción corrupta: “Alka-Seltzer”, “alcanfor” o “coartada”.
"En cualquiera de sus acepciones, una tapadera no es más que el resultado de la fabricación de una imagen de honestidad para todo tipo de actividades ilícitas. Puede ser desde una tienda de abarrotes en cuya bodega se venden metralletas; una inmobiliaria que adquiere bienes raíces con dinero del narco, o un amigo que esta dispuesto a jurar que estuvimos trabajando en su casa esas intensas horas que, en realidad, dedicamos a fatigar gozosamente los moteles.
No hay que enunciarlo con tremendismo, pero en esta aceptación o rechazo del juego de las tapaderas va de por medio la recta o torcida idea que podamos tener de vínculos tan respetables como es el de la amistad. Siempre nos encontraremos a alguien que nos demande ser cómplices a nombre de la amistad. Lo más curioso es que si rechazamos tan dudoso cargo seremos acusados de actuar como malos amigos. Esto es ya la subversión plena de la ética. El mal amigo es ese que al pretender convertirla en complicidad, la daña irremediablemente.
El juego de las tapaderas es un extendido y fervoroso deporte nacional. Nuestra recuperación moral comenzara a ser real cuando el ciudadano se niegue a jugarlo”
Comentarios a: fecazam@gmail.com